JULIA & BOBBIE: HOGAR, DULCE HOGAR
Lo más importante en la vida de Julia y Bobbie ha sido siempre su familia, su hogar y sus amigos, por eso quisieron celebrar una boda íntima con no más de 50 invitados. La pareja vive en el norte de Canadá, donde las bodas acostumbran a ser grandes pero increíblemente relajadas y querían mantener ese espíritu en el pequeño pueblo de Ontario, donde se encuentra la casa familiar de la novia. Entre todos ayudaron para que toda la logística y decoración de la boda saliera perfecta y lo consiguieron. Aunque inicialmente la ceremonia iba a tener lugar a orillas del río Millpond, debido a una fría y ventosa tarde decidieron trasladarla al salón de la casa materna junto a la chimenea, una opción mucho más apropiada y que finalmente fue la alternativa ideal ya que ese salón guarda muchos recuerdos vividos por la pareja y por toda la familia y fue precioso poder casarse entre las risas y lágrimas de sus seres más queridos y algún que otro sonido esporádico de bebé. Una vez finalizó la ceremonia el tiempo cambió inesperadamente, las nubes se abrieron y pudo salir el sol, por lo que se quedó una tarde-noche perfecta para servir el aperitivo al aire libre y poder disfrutar de las vistas y los jardines de alrededor de la casa. Toda la comida se centró en productos locales con buffets de ensaladas, variedad de panes y tartas y un crujiente asado de cerdo típico de la zona que cocinaron los hermanos del novio. De la tarta de boda se encargó la tía-abuela de la novia, que cocinó un delicioso pastel de frutas de receta familiar a tres niveles. La cena tuvo lugar en el interior del porche de piedra situado en la parte posterior de la casa, donde se intentaron ubicar las mesas de la mejor manera posible para que todos pudieran estar juntos. Se decoraron con unos centros de mesa muy sencillos, unos pequeños tarros de cristal con flores silvestres variadas y la iluminación de pequeñas lucecitas de verbena que hacía más acogedor si cabe el ambiente. El día finalizó con música en directo en torno a una hoguera al aire libre, donde los novios bailaron hasta altas horas bajo las estrellas felices de haber conseguido la boda que siempre habían soñado.
Fotografía: Jennifer Moher y Hugh Whitaker