Hay meses que se prestan más que otros a la nostalgia, para mí suelen ser noviembre y febrero y curiosamente, este año me he encontrado con varias parejas que han elegido uno de estos dos meses para celebrar su boda.  Creo que si yo lo hiciese me decantaría por una decoración como la que inspira el post de hoy, con las rosas como protagonistas pero un tipo de rosa especial, en tonos empolvados y ocres y un cierto aspecto envejecido y nostálgico. Son rosas que inspiran calma y melancolía, que consiguen crear una estética y un ambiente relajado, a mí me parecen preciosas y perfectas para combinarlas con materiales naturales como la madera y objetos antiguos como libros o candelabros. La sesión abarca varios aspectos de una boda pero yo me he querido centrar en la decoración de mesa porque considero que es uno de los puntos fuertes decorativos en una boda.

Me gusta mucho la idea de utilizar una base de flores secas como bajo plato, ya que acentúa todavía más si cabe ese aspecto natural que al tiempo contrasta con la opulencia propia de las rosas del gran centro de mesa.

Apoyando esa estética decadente destacan las servilletas a juego con la tonalidad ocre de las flores, atadas con una cinta de terciopelo morado sin más decoración que una hoja con frutos rojos y siguiendo la misma línea decorativa, encontramos el seating plan y el buffet de postres, ambos dando protagonismo absoluto a las rosas y en este caso utilizando muebles antiguos de almoneda junto a soportes pasteleros clásicos. La cubertería de plata tallada de aspecto envejecido y los pequeños recipientes de oro viejo junto a una combinación de velas y candelabros de distintos tamaños ponen el toque final a una acertada mezcla de elementos que consiguen crear una estética perfecta.

Fotografía: Taken by Sarah