Entre la Sierra de Almijara y el mar Mediterráneo, descansa Frigiliana, un precioso pueblo malagueño que huele a mar y sabe a tradición. Un lugar en el que el blanco de sus calles se da la mano con el azul del cielo y el tiempo parece detenerse. Fue recibir este precioso editorial e invadirme enseguida el recuerdo a verano, a playa, a sol y arena. Tardes eternas de paseos y de reencuentros, de paz y de belleza, sin horarios, sin prisas, con la tranquilidad que da el verano junto al mar. Tres novias diferentes recorren las calles empedradas de Frigiliana, unas calles llenas de rincones románticos y especiales, avanzando entre flores y rejas en un escenario andaluz perfecto para enamorarse. La primera de ellas, vestida por José María Peiró, en un hechizo conformado entre sus encajes y la magia de este pueblo. Con una espalda que invita a la seducción y que muestra cómo un mismo diseño puede tener dos versiones distintas variando únicamente el tocado o el peinado. La segunda novia refleja la clásica elegancia de la diseñadora María Baraza, revelándonos el alma de este pueblo mediterráneo. Una novia tan blanca como la cal de sus paredes, que enamora y se deja enamorar descubriendo el empedrado de sus calles, sus puertas azules y el contraste de las tejas de sus tejados. Y la última de ellas, que se nos muestra como la protagonista de un cuento que escribe puntada a puntada el vestido de Victoria Imaz. Un diseño lleno de romanticismo en el que su delicado encaje se funde con las calles de Frigiliana en un pulso entre adoquines y bordados. Unas calles blancas, siempre coronadas por los tocados de Martina Dorta, en las que perderse en busca de un amor que vuelve a renacer verano tras verano…
Fotografía: Juan Trujillo / Vestidos: Victoria Imaz, María Baraza y José María Peiró / Tocados: Martina Dorta / Peluquería: Rafael Bueno y Moisés Utrera / Maquillaje: Ariadna Caparrós / Coordinación y Estilismo: Rodolfo Mcartney de Noquiero Agencia / Modelo: Cristina Messa