Marcado por la polémica surgida en torno al top model bosnio de nacionalidad australiana, Andrej Péjic, Rosa Clará abrió la Barcelona Bridal Week con un desfile teñido por los colores cupcake como el rosa pastel, el verde aguamarina o el azul cielo, unidos en tres líneas diferentes bajo un mismo denominador común: la elegancia y feminidad tan característica de la marca. Vestidos plisados en gasa y tul de seda que consiguen un movimiento vaporoso. Rasos satinados de líneas rectas y faldas de gran caída combinadas con flores y plumas. Variedad de volúmenes intercalando faldas voluminosas con líneas tipo sirena o vestidos cortos. Y, la gran novedad de este año, la aplicación de los tejidos de fantasía sobre los vestidos de novia con flores bordadas de organza. Respecto a los accesorios, estos se combinan en función de los tejidos y del particular estilo de cada modelo, destacando así pendientes con piedras de colores o diademas de la misma tonalidad que los trajes. Mención especial merecen las chaquetas de flores y las estolas de plumas confeccionadas en los mismos colores de la colección, tan años 50 y que siguen siendo tendencia sobre la pasarela. A mí personalmente me encantan, creo que son el complemento perfecto para dar un aire chic a un vestido de novia. Una vez más Rosa Clará no decepcionó a los más fieles a pesar de su arriesgada apuesta al confiar el peso de su imagen en Andrej Péjic, que dotó al desfile de un aire andrógino que pudo gustar o no pero que, con total seguridad, no dejó indiferente a nadie. La crónica del cocktail-fiesta, bien merece un post aparte.
Fotografía: Rosa Clará y UBO