Cuando me llegó al correo esta sesión de inspiración me invadió una calma absoluta. En ocasiones me sucede que una fotografía logra transmitirme o despertarme un montón de sentimientos y eso es lo que me pasó aquella mañana de verano. En estos tiempos convulsos que nos ha tocado vivir un atisbo de calma y de serenidad siempre es bienvenido y María y Cristina, de Minnesota Garden, supieron ir más allá de la sesión en su intento por contar una historia que trata de la naturaleza, del retorno a los orígenes, de la vida cocinada a fuego lento… Querían volver al principio de las cosas, rescatar la esencia de lo cotidiano, de lo sencillo, del entorno más natural, el respeto por el medio ambiente, por los animales, el valor eterno de la familia. Y lo han conseguido a través de una celebración íntima llena de emoción, con la sencillez y naturalidad que rodea cada detalle, como si la propia boda fuese un elemento más de la vida cotidiana. No es un enlace al uso, no hay invitados, sólo un padre, una madre, sus dos hijos y su fiel amigo. El novio ayuda a vestirse a la novia en su propia casa, mientras prepara un delicioso pastel junto a su hija pequeña, cuando están todos listos van dando un paseo hasta el lugar elegido para el espontáneo ‘sí quiero’ rubricado por una discreta alianza. El estilismo de la novia, un sencillo vestido de dos piezas de Otaduy con cuerpo calado en la espalda y sombrero de paja y el del novio, una simple camisa blanca con pantalón tostado, no puede ser más ideal. El resto lo pone el entorno rural idílico y el melancólico paisaje gallego que, juntos, consiguen contar una historia repleta de imágenes inolvidables llenas de sensaciones y emoción.
Fotografía: Doncel y Alcoba / Organización, estilismo y decoración: Minnesota Garden / Vídeo: Fede Oliver / Espacio: Caselo Studio / Vestido novia: Otaduy / Flores: Ombú Studio / Joyas: This Side Up / Sombrero: Rita Von