Siempre he pensado que el sueño de una novia de invierno es tener una boda en Navidad o al menos una boda que refleje al cien por cien ese espíritu. Yo es lo que imagino cuando veo una boda en esta época del año que, como ya sabéis, cada vez me gusta más para dar el ‘sí quiero’. Y es que soy una enamorada de la Navidad, de los paisajes nevados y de toda la estética que rodea el invierno. Por eso hoy os traigo una sesión de inspiración realizada en un paisaje natural totalmente nevado, un lugar perfecto enclavado bajo unos enormes abetos, un estanque congelado rodeado de pinos y una pequeña cabaña de madera. En la decoración se ha buscado el contraste entre el frío del paisaje y la calidez de la ornamentación, centrada principalmente en la mesa de madera con sillas labradas y un banco vestido con confortables cojines de piel. En esta ocasión la decoración floral se ha desestimado dando paso a una ornamentación más navideña, utilizando enebro natural, acebo, piñas secas y una guirnalda de cedro junto a unos candelabros de cobre a juego con la vajilla y cubertería de oro viejo como parte central de la mesa. La acogedora manta de lana y piel de borrego y las velas de cera natural, ponen la nota cálida al gélido paisajismo que contrasta a su vez con la tarta en forma de copo de nieve o los patines de hielo. Y como nota final, un Champagne Bar de estilo clásico para el que se ha utilizado un mueble antiguo de madera con cubiteras de plata y bronce, copas con filo de oro y bandejas de espejo para brindar un año más por la Navidad y por la nueva vida que ahora comienza…
Fotografía: Hazelwood Photo