Uno de los elementos fundamentales en la decoración de una boda son las flores. Es cierto que decorar con flores suele aumentar considerablemente el presupuesto de una boda pero lucen tanto que merece la pena recortar en otros aspectos quizás menos visuales y no tan agradecidos. Además, las flores aportan una doble función porque aparte de decorar ambientan el espacio. ¿No os ha pasado alguna vez entrar en algún recinto decorado con flores, cerrar los ojos y aspirar profundamente? Es una sensación inmensa de naturaleza, de frescura, que te traslada mentalmente a un gran jardín en primavera. Recuerdo que en casa de mi abuela siempre había flores, le encantaban, disfrutaba con ellas. En verano, cuando la visitábamos durante el mes de agosto, su jardín siempre lucía con el colorido de gladiolos, rosas, margaritas o de mis queridas peonías. Tenía la costumbre de reutilizar cualquier recipiente como improvisado jarrón, por lo que era normal entrar en su jardín y encontrarte con una caja de frutas de madera a modo de parterre o con varias latas metálicas de melocotones con plantas aromáticas en su interior. Todo valía. La decoración de hoy me ha recordado esa afición de mi abuela, salvando las distancias claro, ya que en este caso se trata de una ornamentación floral muy pensada y tremendamente elegante, todo un diseño creado para una boda muy especial. Hay pequeños cubos de madera con flores por todas partes, en las sillas de la ceremonia, en los centros de mesa, colgados de las ramas de los árboles, en la Candy bar, en los buffets, decorando una ventana, cualquier espacio es susceptible de albergar unas bonitas flores y más si son como las de este reportaje. Espero que os guste tanto como a mí.