La mayoría las llaman lecheras pero a mí me gusta llamarlas cantarillas, porque así se las conoce en el pueblo de mis padres desde que tengo uso de razón. Siempre me han gustado, como todos los objetos antiguos, pero especialmente los que me traen recuerdos de mi infancia, que siempre ha estado ligada a ese pequeño pueblecito enclavado en un verde valle soriano. Recuerdo cuando en las noches de agosto mi abuela me enviaba a la cuadra de la vecina, que todavía tenía vacas, a recoger nuestra cantarilla de leche. A veces llegaba un poquito antes y podía verla todavía ordeñándolas, es una imagen que nunca olvidaré, me podía quedar horas observando cómo la leche salía a borbotones de las grandes ubres y ese sonido tan característico al caer en el balde de zinc. Hoy el post está inspirado en ellas y en cómo utilizarlas en la decoración de vuestra boda. Son perfectas para conseguir un aire rústico y combinadas con otros elementos como regaderas o aperos de labranza o de jardín acentuarán todavía más el ambiente de campo. Podéis utilizarlas para enmarcar el pasillo de la ceremonia o como centros florales para las mesas o los buffets, también para colocar en su interior algún elemento que vayáis a utilizar en un momento dado de la boda, como bengalas o parasoles. Las lecheras lucen perfectas con cualquier tipo de flor pero podéis jugar con ellas en función del ambiente que queráis crear, más rústico (flores silvestres, lavanda, espigas…) o bien más sofisticado (hortensias, peonías…). También podéis regalarlas a vuestros invitados como recuerdo ya que las hay en versión mini. A mí, como ya os he dicho antes, me parecen ideales!
Fotografía: Emma Hutchinson, Steven Barber, The Wedding of my Dreams, Dreamy Whites, Rustic Rentals, Christopher Ian Photography, Rock my Wedding