Si hay un tipo de boda que me guste, además de vintage o rústica, es una boda a orillas del mar. Esa sensación de libertad que da la brisa marina y la visión infinita del horizonte tiene algo de mágico y especial que hace que todo parezca mejor, que la gente se sienta más feliz y que todo vaya a salir bien. Hoy os traigo detalles de una boda celebrada en las Bahamas, donde cada escena fue pensada y creada gracias a la imaginación de los novios. Si os fijáis, la ceremonia en la playa daba una sensación de naufragio ‘controlado’, con las vides enrolladas en la madera y los bancos blancos envejecidos. También influyó la hora, ya que tras la ceremonia no se sirvió un almuerzo sino un desayuno, porque la idea de los novios era pasar el resto del día de fiesta en la playa con sus amigos y familiares. Pero no sólo los novios participaron activamente, los invitados también colaboraron presentándose con gorras de marinero, tirantes y todo tipo de indumentaria náutica, además, una de las premisas de los recién casados fue que todos llevasen su bañador bajo la ropa. La boda tuvo mucho de DIY, hicieron candelabros con forma de barco de origami, señuelos de pesca y hasta unas máscaras de madera vieja con la forma de la cabeza de un tiburón, y es que precisamente Tiburón es la película favorita del novio. Como obsequio, los invitados se llevaron unas bolsas de yute personalizadas que contenían un kit titulado ‘Demasiado divertido, demasiado sol’ que la propia novia había confeccionado con abridores de botellas de temática marinera dentro de una cajita de madera. Al final del día una sonrisa se dibujaba en los rostros de novios e invitados y es que, como reza la canción… ‘todos necesitamos un poco de sur’.
Fotografía: Our labor of love