Paredes de piedra y una puerta de madera verde hierba que se abre lentamente dejando entrever un espacio natural muy especial, un jardín de cuento de inspiración romántica donde celebrar una boda íntima. Hoy os traigo un shooting inspiracional para todas aquellas que huís de lo convencional y preferís la intimidad de un jardín familiar. La gran mesa se ha situado bajo un dosel de viñas iluminadas con pequeñas lucecitas blancas que, además de intimidad, le da también un carácter más festivo al entorno. La rigidez de la madera rústica viene suavizada por preciosos centros de flores en blanco y verde y el oro suave de los candelabros y de varios objetos decorativos pintados a mano en la misma tonalidad. La vajilla, también en tonos dorados, combina a la perfección con la cristalería en verde esmeralda y las servilletas de algodón decoradas con una sencilla hoja natural sujeta por un hilo dorado. Me gusta mucho la mezcla de dorado y verde, igualmente perfecta para bodas de invierno.
Las ramas de olivo, símbolo de longevidad y prosperidad, decoran varios espacios y sirven también de adorno del pastel nupcial y varias guirnaldas de hojas blancas cuelgan de los árboles actuando como improvisada zona de photobooth.
Otro espacio que me gusta especialmente es el destinado a los dulces, donde las paredes de color natural envejecidas y desgastadas muestran vestigios de la pintura original en tonalidades verdosas y frente a la que estratégicamente se han colocado unos deliciosos macarons en mint, lo que demuestra que nada se ha dejado al azar. Mención especial también para la corona que preside la puerta de entrada, realizada con flores y hojas en tonalidades marrones, doradas y verdes. Realmente preciosa! Y ya al final del post, la invitación, con rosas y verdes, preludio de ese espacio onírico tan íntimo y tremendamente romántico. Un verdadero vergel donde dar el ‘sí quiero’ de la manera más natural.