¿No os ha pasado alguna vez que tenéis una idea en la cabeza pero que no acabáis de encontrarla? ¿Y no os ha pasado también que cuando ya la habéis descartado, de repente la veis materializada en algún sitio? Pues eso es lo que me pasó a mí cuando vi la idea que hoy os traigo. Creo que alguna vez os había comentado que a mi boda la bauticé con el adjetivo ‘rústico-vintage’, ya que me casé al aire libre en un paraje natural precioso en un entorno rural. Y una de las cosas que más quebraderos de cabeza me dio fue el localizar el regalo perfecto, que fuera a la vez práctico y elegante pero que tuviera un aire rústico. Como la mayoría de asistentes era gente joven que trabajaban con ordenador, tanto en casa como en empresa, quise regalar un pisapapeles pero quería algo diferente y por más que lo busqué no encontré la idea que yo tenía en la cabeza, todo lo que encontraba era como muy serio. Al final, descarté la idea del pisapapeles y me decidí -creo que finalmente también acerté- por unos cerditos de tela de saco llenos de arena cuya función era la de sujetapuertas. Y este fin de semana, buscando ideas para mis posts aparece ante mí este pisapapeles precioso y sencillo, rústico y a la vez vintage, compuesto únicamente por una piedra cubierta por una funda hecha de ganchillo, así de simple y así de bonito. Me ha parecido precioso. Además de poder darle una doble función, por un lado podéis usarlo como sitting de mesa poniendo en la parte superior de la piedra el nombre del invitado y, por otra, como regalo de boda con los nombres de los novios y la fecha del enlace, tal como muestra la fotografía.
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