El genio ha vuelto y lo ha hecho por la puerta grande aunque de manera discreta, con esa tímida sonrisa a la que ya nos tiene acostumbrados. He querido dedicar mi primer post de regreso de las vacaciones a la figura de Josep Font, un alma creativa en búsqueda continua de la perfección onírica, primero porque soy una enamorada de su trabajo y segundo porque tengo el placer de conocerlo personalmente y es un ser encantador. Recuerdo todavía el primer desfile que producimos para él en la agencia en la que trabajaba, en el del pasado jueves en Madrid volvió a recuperar la pasarela circular como hizo en aquella ocasión en la ya desaparecida plaza de toros Monumental de Barcelona. Por aquel entonces yo estaba hecha un manojo de nervios porque era mi primer desfile con él y las modelos debían desfilar en torno a una enorme hoguera con fuego real, le propusimos utilizar efectos especiales porque se preveía viento pero él no quiso, Josep es así, auténtico de principio a fin. En esta ocasión eligió el Parque de El Capricho, el lugar perfecto para su reaparición tomando las riendas creativas de otro genio recientemente desaparecido, Jesús Del Pozo. Caía la tarde y, bajo los compases de la música en directo de The Chinese Birdwatchers, empezaba a desfilar una eterna adolescente, esa niña-mujer musa del diseñador en todas sus creaciones. Font domina como nadie los tejidos y lo demostró una vez más con la variedad de gasas, organzas, bordados, apliques de flecos a encajes guipur, volantes, corsés y largos de todo tipo, desde minifaldas a vestidos de noche con gran caída. La pasarela se iba llenado de modelos con transparencias, faldas tulipán y pantalones tobilleros de tiro alto remarcando unas caderas imposibles. Los colores pastel y los tonos nude han ido dando paso a colores más vibrantes como el coral, el amarillo o ese azul que ya puede recibir el calificativo de ‘azul Font’, tan característico en las colecciones del diseñador. El estampado floral ha cobrado vida transformándose en aplicaciones de flores confeccionadas con telas y pedrería y, como únicos complementos, grandes pamelas planas de inspiración oriental y altísimos tacones con plataformas de estampado foral. Toda una muestra de maestría y dominio de la aguja de la mano de uno de los grandes modistos españoles al que ya echábamos en falta pero que ha sabido volver por la puerta grande.
Fotografía: Delpozo y C&S