Siempre he sido una fiel defensora de los amores de verano y me molesta mucho la gente que no cree en ellos por considerarlos inmaduros o propios de una estación efímera que acaba cuando el sol desaparece. Quizás por eso me haya gustado tanto la historia de Elena y Juanma, porque ellos son la prueba de que los amores de verano pueden superar muchos inviernos, llegando incluso a ser eternos. Los dos son de Badajoz, concretamente de Villanueva de la Serena, y aunque iban al mismo colegio, no fue hasta unas vacaciones de verano donde sus caminos se cruzaron. Fue en septiembre, cuando ya el verano tocaba a su fin,
