Me encantan las bodas en las que pasan cosas, bodas en las que los novios preparan con ilusión sorpresas inesperadas para sus invitados. Así fue la mía y os he de reconocer que me lo pasé en grande organizándola durante varios meses en los que a cada segundo imaginaba vivir los momentos más importantes una y otra vez. Pude disfrutar doblemente de ella, primero durante los preparativos y luego el mismo día, aunque iría todavía más allá porque una vez ha pasado todo, el recuerdo perdura muchos días después permitiéndote revivirla de nuevo. Sara y Ramón, los protagonistas del post de hoy, también hicieron de la sorpresa y la emoción
