No sé qué tienen las bodas gallegas que todavía no he visto una que no me guste. Quizás sea el carácter regio de la gente del norte, el misterio de sus paisajes, sus frondosos bosques, el azul de sus playas o el porte y la elegancia de sus gentes o quizás sea todo eso a la vez, probablemente. El caso es que con la boda de hoy he vuelto a disfrutar porque es otra boda de las que considero especiales. La sonrisa permanente de la novia me ha capturado desde el principio, transmitiéndome en todo momento eso que siempre busco cuando publico una boda, la Felicidad (con mayúsculas). Goretti y
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Hoy os traigo una de esas bodas que tanto me gustan, primero porque lleva sello nacional y encima de mi adorado Empordà, segundo porque la ilusión de los novios se respira en todas las fotografías y tercero porque cuando uno se rodea de buenos profesionales, se nota y mucho. La boda de Claudia y Joan tiene ese encanto especial de las bodas hechas con mimo, para lograrlo contaron con la ayuda de Vanessa Folguera, propietaria de Empordà Events, la empresa responsable de toda la organización y coordinación del evento. La ceremonia, de carácter religioso, se celebró en la iglesia de Sant Martí d’Empúries, un bello templo parroquial enclavado casi a
La boda de Eduard y Neus me pareció una de esas bodas entrañables desde el primer momento en que vi sus fotografías y cuando conocí su historia, supe por qué. Porque es una de esas relaciones que surgen en el colegio. Se conocieron con tan sólo 12 añitos, aunque fue a los 16 cuando se convirtieron en inseparables desde el instante en que empezaron a compartir pupitre. Entre gomas, tizas y pizarras su amor fue consolidándose hasta que un día de Sant Jordi (patrón de los enamorados en Cataluña), empezaron a salir ‘oficialmente’. Diez años más tarde Eduard se declaraba junto a las paradisíacas aguas de Ko Phi Phi, en
Hace ya casi dos años, cuando me encontraba inundada de miles de cosas que organizar para mi boda, recuerdo que me pasaba horas analizando al detalle todas las fotografías que componían cualquier reportaje de boda que llamase mi atención. Me gustaba observar todo con detenimiento, me podía tirar más de 10 minutos con una sola fotografía, a veces hasta las ampliaba al máximo para ver aquellas flores que había colgadas en aquel árbol del fondo de la imagen o el tocado que llevaba una de las invitadas que estaba apoyada en el buffet de bebidas en un tercer plano difuminado. Como sé que muchas de las que me seguís sois
Armin y Karen viven habitualmente en Melbourne, así que la idea de organizar su boda en otro Estado y además en un pueblecito rural, era una labor poco menos que complicada. El lugar escogido por los novios, el McLaren Vale, en realidad no tenía nada que ver con su vida cotidiana, es más, estaba a años luz de ella, tampoco se trataba del lugar donde alguno de ellos pasaba los veranos de su infancia, pero el Valle era especial por algo mucho más importante para ellos: porque fue el lugar donde se enamoraron. Por eso, cuando empezaron a imaginar el lugar ideal para celebrar el día más especial de su
Hoy os traigo una boda muy especial, la boda de Marina y Marc, una argentina y un catalán que se encontraron una noche muy divertida que empezó muy pronto y acabó a la mañana siguiente en compañía de unos churros y de diez personas desconocidas. Después de varias citas, llamadas y mails, decidieron casarse. Los dos querían una boda íntima, muy diy, con un toque vintage y campestre. Así que ningún sitio mejor que el jardín de la abuela de Marc, situado en un pueblecito de Lleida, les Valls d’Aguilar. Era el espacio ideal, con vistas a las montañas, un pequeño huerto y lleno de recuerdos para el novio ya