Hay parejas que a pesar de la edad y de los años siguen soñando como adolescentes, jugando como niños e imaginando historias fantásticas en mundos irreales. Son esas parejas que yo considero ‘especiales’ porque han logrado conservar a lo largo del tiempo ese brillo en los ojos, esa inocencia de la infancia, esa tremenda ilusión por vivir, jugar, reír, crear y sentir. Mar y Jens son una de esas parejas. Decidieron hacer su reportaje pre-boda en otoño porque buscaban algo diferente, un paraje singular bañado por esa luz tan característica en esa época del año. El motivo no fue otro que recrear los paisajes donde se inició su historia de amor. Se conocieron en Madrid pero cuando apenas llevaban unas semanas juntos, Mar se fue de vacaciones durante todo un mes a Islandia. Jens la echaba muchísimo de menos…, ese fue el primer verano de su amor. Al año siguiente ambos fueron de vacaciones a Suecia, la tierra de Jens, por lo que un año más, sus fotos de verano estaban inundadas de jerseys de lana nórdicos y paisajes helados junto a ríos y lagos de aguas cristalinas. Con estos antecedentes no fue difícil definir un estilismo para la sesión. Cuando Mar se reunió con Paula, la fotógrafa de Granvar encargada del diseño creativo del reportaje y esta le enseñó distintas referencias y estilos de iluminación, a Mar enseguida le vinieron a la mente todos los recuerdos de sus viajes a Suecia, Islandia, los jerseys, el amor y la amistad e inmediatamente el título de una película: ‘Where the wild things are’ (‘Donde viven los monstruos’), la adaptación cinematográfica del famoso cuento de Maurice Sendak, cuya historia gira en torno a un chico desobediente y rebelde con una imaginación desbordante, capaz de crear su propio mundo, habitado por unos monstruos gigantescos que le consideran su rey. Ese fue el leit motiv de la pre-boda de Mar y Jens, la recreación de un mundo imaginario y común, donde los personajes, ellos mismos, muestran escenas de su día a día. La pareja vive en un bosque encantado y cada mañana se despierta en una cama en medio de la naturaleza. Tras levantarse acuden a su árbol-aseo y se preparan para empezar un nuevo día cargado de aventuras. Se montan en su barca de cartón con la intención de buscar un lugar donde poder pescar para alimentarse, cuando lo encuentran sacan sus cañas y compiten para ver cuál de los dos se llevará la pieza más grande. Al final de la jornada llega la recompensa, el momento más esperado de su mundo imaginario, la hora del juego y de la diversión donde ambos disfrutan como enanos hasta la puesta de sol.
Fotografía: Paula de Granvar y Cristina Cuevas
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