A veces no siempre es necesario organizar una gran boda para sentirse plenamente feliz. Eso fue lo que pensaron Ben y Ally, una joven pareja que llevan juntos cinco años y tienen en común a la pequeña Luna, que es la niña de sus ojos. Como cualquier pareja que empieza, Ben y Ally están ahorrando para comprar una casa de propiedad por lo que no querían gastarse demasiado dinero en organizar una gran boda, así que decidieron hacer una ceremonia íntima en Laguna Hills y una sesión de fotos de familia muy especial en las colinas cercanas. Siempre lo digo pero me emocionan especialmente los reportajes sencillos y naturales, cuando hay amor y complicidad la verdad es que poco más se necesita. Es cierto que un buen fotógrafo o una buena localización hacen mucho pero si hay química entre los protagonistas las fotos pueden llegar a hablar por sí mismas. El aire bohemio de los tres, el vestido largo de estilo hippy de la novia y las sencillas coronas de hiedra que comparten Ally y Luna, junto al entorno natural de Laguna Hills, lo hace todo aún más especial. Pero lo que más ha llamado mi atención son los gestos de complicidad de la pareja, esas miradas que sólo transmiten las personas que llevan juntas un tiempo y se conocen lo suficiente como para saber en todo momento lo que está pensando o sintiendo el otro, su profundo amor por Luna, el brillo de sus ojos y la ilusión compartida de saber que inician una vida en común juntos, los tres, con un largo futuro por delante.
Fotografía: Steve Cowell