ELENA & JUANMA: EL SUEÑO DE UN AMOR DE VERANO
Siempre he sido una fiel defensora de los amores de verano y me molesta mucho la gente que no cree en ellos por considerarlos inmaduros o propios de una estación efímera que acaba cuando el sol desaparece. Quizás por eso me haya gustado tanto la historia de Elena y Juanma, porque ellos son la prueba de que los amores de verano pueden superar muchos inviernos, llegando incluso a ser eternos. Los dos son de Badajoz, concretamente de Villanueva de la Serena, y aunque iban al mismo colegio, no fue hasta unas vacaciones de verano donde sus caminos se cruzaron. Fue en septiembre, cuando ya el verano tocaba a su fin, cuando todo empezó. Tenían 16 años y para ambos fue el primer amor, ese que llega sin avisar, te pone el corazón patas arriba y nunca se olvida. A pesar de su juventud, el profundo amor que sentían les hizo superar todos los obstáculos que se cruzaron en su camino, incluida la distancia, ya que ambos estudiaron sus respectivas carreras en ciudades diferentes. Como nos contaba la propia Elena, ‘quizás cuando todo se pone en tu contra… eso te hace más fuerte, como nosotros nos decíamos, nadie dijo que el camino fuera fácil’. Poco a poco, con el paso del tiempo, fueron acortando despedidas y kilómetros hasta conseguir, por fin, vivir juntos en la misma ciudad, Cáceres. Y, después de 15 años, Juanma sorprendió a Elena pidiéndole en matrimonio un domingo cualquiera, tras regresar de un viaje con amigas. Algo totalmente inesperado para ella que aunque no descartaba la posibilidad de casarse algún día, para nada pensaba en ello de manera inmediata. A partir de ahí empezaron con los preparativos de la boda, para los que contaron con el mejor de los wedding planners, el hermano de Elena, que sin dedicarse profesionalmente a ello puso todo su tiempo e ilusión en ayudarles a tener su boda soñada. Si algo tenían claro los novios desde un principio es que se casarían en la Parroquia de San Francisco de Asís de su pueblo y en el mes de septiembre, como no podía ser de otra manera. Como espacio eligieron la Finca La Albuera, un precioso cortijo señorial enclavado en el entorno natural de la Dehesa Extremeña, rodeado de campos de encinas, romeros y tomillos. El lugar perfecto para ellos. Elena lució un vestido de Pol Núñez, tenía claro que quería un vestido con mangas, sencillo y cómodo pero con algún toque distinto y personal que la definiera y lo encontró. Todo empezó por un velo indio del que se enamoró nada más verlo y la greca bordada de color que aportaría el toque de distinción al vestido. El resultado fue un vestido de manga larga en crep con escote en pico y sobrefalda de gasa con enorme cola y el toque de color. Los zapatos, en color coral y tacón en plata envejecida a juego con los botones del vestido, completaron el estilismo junto a un sencillo semirecogido para poder colocar el velo y la tiara joya en los mismos tonos que el resto de complementos que Ana Lamatte diseñó especialmente para ella. Como únicas joyas, la novia lució su anillo de pedida y unos pendientes prestados de su madre con significado especial. El novio eligió el chaqué clásico y aportó su toque con un chaleco de color coral hecho a medida, sin saber que Elena también llevaría ese mismo tono en su vestido, una bonita casualidad. De toda la decoración floral se encargó la Floristería La Orquídea (propiedad de los padres de Juanma), predominando los tonos verdes y las margaritas. Elena llegó a la iglesia acompañada por sus padres y su único hermano, a bordo de un Citroën 11 conducido por él. Allí tuvo lugar una emotiva ceremonia amenizada por el Coro Arte Vocal, en memoria de su abuelo fallecido que formó parte de él en sus inicios. Tras la ceremonia, los invitados se dirigieron a La Albuera, donde todo estaba preparado para la ocasión y cuidado hasta el más mínimo detalle. Tras disfrutar del exquisito catering, en el que destacó el buffet de pulpo y los arroces, Elena y Juanma entraron al salón a ritmo de Mi gran Noche de Raphael, poniendo en pie a todos sus invitados y contagiándoles de su energía y buen rollo. Para el momento del baile, los novios combinaron un tema lento con una canción más movida, pasando de My Way de Frank Sinatra a Vivir lo Nuestro de Marc Anthony, dos temas muy diferentes pero con un mismo mensaje entre líneas, que con amor todo puede llegar a ser posible… incluso un amor de verano.
Fotografía: Javier Agúndez / Vestido novia: Pol Núñez / Tocado: Ana Lamatte / Zapatos: Just Ene / Vestido arras: Marietta’s / Flores: La Orquídea / Espacio: Finca La Albuera / Catering: Guadalquivir / Papelería: Acuarela Duck / Maquillaje: Rocío / Peluquería: María del Mar de Peluquería Scala’s / Música iglesia: Coro Arte Vocal / Música fiesta: Songdeluxe