Siempre he sido yo muy de botas camperas y no porque las llevara asiduamente pero sí que me he sentido atraída desde pequeñita por una idílica vida rodeada de lagos, montañas y caballos. Imagino que Laura Ingalls y sus aventuras en La Casa de la Pradera tuvieron mucho que ver con mi sueño de vivir en un rancho, como probablemente le sucedió a la mayoría de niñas de mi época. El editorial de hoy es un pequeño homenaje a esos sueños infantiles, un enlace celebrado en un rancho rodeado de colinas, valles verdes y frondosos bosques, un paisaje realmente inspirador para cualquier amante de la naturaleza y de la vida al aire libre. Toda la decoración se ha inspirado en el entorno rústico que la rodea, transformándose en algo muy parecido a un campamento de verano. Para la ceremonia el espacio elegido ha sido un jardín a modo de anfiteatro enmarcado por un romántico arco de madera decorado con flores y tela de tul. Distribuidos por el espacio se han colocado almohadones de distintos tamaños y colores, dándole a la ceremonia un aspecto más informal. La zona de cóctel es una de mis preferidas, situada en una terraza de madera alzada y con unas vistas impresionantes a las montañas, se ha habilitado una zona de descanso tipo salón con las típicas mecedoras de madera antiguas, grandes maletas y algunos detalles orientales como el kilim o los pufs como recuerdo de viajes pasados. El espacio reservado al almuerzo está ubicado junto a un riachuelo y tiene una zona de picnic que se ha decorado como tal con manteles a cuadros, servilletas de lino, cubiertos de madera y vajilla de cerámica, destacando una decoración de mesa acorde con el estilo planteado, con flores silvestres en tarritos de cristal acompañadas de lámparas de aceite. Y, junto a este espacio, destaca un elemento que a mí particularmente me encanta y más en un lugar como este, una fogata con asientos alrededor cubiertos con mantas de lana para que los invitados puedan disfrutar tras la comida de una sobremesa tranquila bajo las estrellas. Las luces de verbena, que no podían faltar en la zona desinada a la música, ponen el punto festivo a la celebración.
Fotografía: Mel Barlow