La semana pasada os hablaba de la boda de Marina y Pierre, una boda que, como ya os comenté, decidí dividir en dos partes debido a todo el material fotográfico que contenía y a su duración, cuatro días de boda ininterrumpidos, de viernes a lunes. En el post de hoy os cuento cómo fue la última parte de este increíble fin de semana en el que no faltaron las risas, la comida y el buen ambiente. Y es que Marina y Pierre lo dieron todo por sus invitados, como ya habréis podido ver en las fotografías. La mañana del domingo comenzó con una ceremonia secular celebrada en los jardines del Château de Robernier, un precioso castillo del siglo XVI perteneciente a una rama de la dinastía Capetiana, la casa real europea más grande y antigua. La arquitectura de la fachada principal con sus dos torres redondas y puntiagudas es única en la zona de la Provenza, convirtiéndolo en un lugar tremendamente romántico y especial para la celebración de una boda. Durante la ceremonia, la novia lució un nuevo diseño de Harpe Paris, la firma de la que es diseñadora, esta vez con incrustaciones de encaje y una corona de flores blancas y tocado posterior con un velo que sujetaban sus pequeñas damitas durante su llegada al altar.
La ceremonia se celebró al aire libre y toda la decoración tuvo un marcado carácter provenzal.
Los novios se dieron el ‘sí quiero’ bajo un arco de madera decorado con tul de plumeti y flores en tonalidades pastel, entre las que destacaban las rosas, que también estaban presentes en el delicado ramo de Marina, confeccionado con rosas y verdes. Tras la ceremonia los novios organizaron divertidos juegos para sus invitados, como el mikado o la petanca, incluyendo también un bar floral especialmente dedicado al sector femenino. Y como regalo a todos los que les acompañaron, les obsequiaron con una pequeña bolsita de encaje de lavanda y una botellita de aceite de oliva típico de la zona. Y, envueltos en humo de colores, hicieron su entrada al banquete, que tuvo lugar al aire libre frente a la espectacular fachada del Château de Robernier. Y, así como la celebración del día anterior estuvo especialmente dedicada a los orígenes españoles de los novios, esta vez se centró en el romanticismo de la Provenza con una decoración que respiraba el chic francés por los cuatro costados, para ello se decantaron por una mantelería y sillas blancas con centros de mesa compuestos por rosas y verdes en tonalidades pastel junto a candelabros dorados que favorecían el ambiente ténue e íntimo de las velas. Todo bajo un cielo de luces de verbena que dio cobijo a la fiesta posterior amenizada por música en directo y que puso el punto final a un fin de semana mágico lleno de sorpresas y emociones.
Fotografía: Angelo Lacancellera y Sebastien Bertrand / Wedding Planner: Sweet Blossom / Espacio: Château de Robernier y Ayuntamiento de Monfort sur Argens / Vestidos novia: Harpe Paris / MUAH: Lea Marin / Flores y decoración: Atelier de Vik / Música: Manuel Gómez y Familia