Las bodas rurales me chiflan, supongo que porque me recuerdan a mi infancia y a los veranos en el pueblo de mis abuelos. Si hubiera podido me hubiera casado en el granero de una granja. Hace tiempo escribí un post sobre ello e intenté buscar algún espacio así en España pero no tuve suerte, creo que sería una buena idea para reciclarse en este momento de crisis ya que hay muchísimos en nuestro país que están totalmente abandonados o en desuso. Si yo fuera la propietaria de uno de ellos desde luego, no me lo pensaría, lo alquilaría para bodas. La boda de Chayah y Mike se celebró en Vermont y refleja con todo detalle aspectos típicos de la Nueva Inglaterra americana. Es una boda de otoño, por lo que se tuvo muy en cuenta la época del año a la hora de la decoración, empezando por la elección de las flores. En el ramo de la novia destacan los detalles en granate a juego con el lazo a la cintura, que le da la nota de color al blanco del vestido. También los centros de mesa mantienen la misma escala de color, así como las flores que contienen las jarras de cristal utilizadas para la decoración del pasillo de la ceremonia, apoyadas en sujeciones de forja. La anécdota más divertida la protagonizó Atenea, el cachorro de los novios, que fue el encargado de llevar los anillos. En cuanto escuchó la llamada de su amo se precipitó por el pasillo con los anillos colgando de una cinta atada alrededor de su cuello, ¿a que es genial? También fue divertida la entrada de los novios al banquete, amenizada con un baile de Hula-hoop, ¿os acordáis de este divertido juguete? Yo me pasaba las horas muertas moviendo la cintura y rompiendo todo lo que iba encontrando a mi paso por el pasillo de mi casa. La presentación de la mesa me gusta especialmente por su sencillez y naturalidad, manteles blancos y cubiertos lisos mezclados con las flores más hermosas y coloridas, adornadas con plumas y hierbas secas. Y el detalle de colocar pequeñas flores silvestres en el interior de las servilletas de cada comensal. Para la vajilla utilizaron una combinación de diferentes platos antiguos comprados por los mismos novios en tiendas de segunda mano y en anticuarios. A mí me gusta especialmente esta idea que está tan de moda actualmente, no sólo a la hora de presentar la vajilla sino también a la hora de escoger las sillas, me gusta combinar diferentes estilos y diseños ya que da un toque muy personal a la decoración. Y, para la zona de baile, pequeñas luces de verbena y guirnaldas realizadas con botellas de cristal llenas de flores colgando del techo, de nuevo una decoración sencilla y delicada. Como broche final el baile estuvo amenizado por una orquesta de música en directo típica de la zona y la novia incluso se atrevió con un tema que lanzó a la multitud directamente a la pista de baile, donde no dejaron de reir hasta el amanecer.
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Fotografía: Dreamlove Photographhy