Por si todavía no conocéis a Cristina, os diré que es la persona que está detrás de Nice Party, una empresa joven que busca transformar cualquier evento o celebración en algo único y especial. Por eso no es de extrañar que el día de su boda fuera un fiel reflejo de su propio trabajo. Cristina, aunque todavía no he tenido la suerte de conocerla personalmente, es una de esas personas que huyen de los convencionalismos y de los excesos, tan natural como se puede apreciar en las fotografías y de una elegante sencillez que hace suyo el dicho de ‘menos es más’. Tanto ella como Nacho, su pareja, quisieron hacer una boda a medida, a su imagen y semejanza y el principal reto fue que todo fuese handmade, desde el vestido de la novia, pasando por el ramo, la decoración e incluso las invitaciones, diseñadas por la propia Cristina. Lo del vestido lo sufrieron su madre y su abuela meses antes, ya que ellas fueron las encargadas de confeccionarlo y el día de la boda fue su hermana la que la maquilló y su madre la responsable de peinarla. Cristina quiso llegar a su boda en el 600 amarillo de su padre, un coche de colección muy importante en la familia. Nacho la esperaba con su pajarita y sus converse, las zapatillas que siempre usa, personalizadas con la fecha de la boda y uno de los símbolos del evento. La ceremonia se celebró al aire libre, en el jardín, bajo un sauce llorón. Fue un momento emotivo y sencillo, cargado de simbolismo y de mucho amor. Una de las cosas que más claras tenían los novios es que no querían sitting, les apetecía que los invitados pudieran moverse con total libertad durante la comida, que pudieran sentarse en una silla, en un banco de piedra, sobre el césped o quedarse de pie bajo la sombra de un árbol disfrutando de una amena conversación. Colocaron algunas mesas con caminos de colores para la gente mayor y sobre ellas centros de flores en tarritos de cristal, montados en cestas o en cajas de madera a juego con las tonalidades de la boda, el amarillo, el rosa y el mint, presentes en los mil y un detalles de la decoración: guirnaldas, pompones, cintas, la mesa de firmas o la de tartas. Manu y Paz, de U&U Photo no paraban de enfocar todo con su objetivo para no perderse detalle de tantas cosas bonitas. Tras un sencillo buffet de pinchos, tapas y ensaladas, empezó a caer la tarde, se encendieron las pequeñas lucecitas de la guirnalda que coronaba la pista de baile y comenzó la fiesta en el jardín con música, baile, algún que otro chapuzón en la piscina y un pequeño concierto de los amigos del novio bajo las estrellas. Un final realmente feliz para una boda nada convencional.
Fotografía: U & U Photo
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