Me encantan las historias de gente decidida que un buen día deciden liarse la manta a la cabeza y cambiar de vida. Como Diana y Ernesto que, aunque se conocieron en León, hace ya más de nueve años que dejaron todo para irse a vivir a Ibiza. Llegaron a la isla por casualidad, él es jugador profesional de fútbol sala y tuvo una oferta muy interesante que no pudo rechazar y juntos pusieron rumbo a su nuevo destino, la mejor decisión que han tomado. Con el tiempo decidieron casarse aunque Diana tenía claro (o eso creía ella) que iba a ser una simple formalidad, una mañana en el juzgado con dos amigos como testigos y listo. Pero su curiosidad la llevó a investigar un poco más por la red y oooohhh… descubrió el mundo bodas y a partir de ahí, su vida cambió, como ella misma dice: ‘Fue una locura magnifica! Me encanta la decoración y empecé a rebuscar y coger ideas de blogs, páginas… de ahí nació primero, nuestras ganas incontroladas de preparar nuestra boda y segundo la clara idea de que no queríamos que fuera convencional, queríamos algo especial y diferente. En Ibiza, con toda la magia que esto ya conlleva, añadiendo el aire vintage y romántico… Era perfecto!’. La organización de la boda se convirtió en algo maravilloso donde los novios y sus allegados participaron al 100%. Durante nueve meses se recorrieron todos los mercadillos, tiendas, casas de amigos en busca del objeto ideal, el detalle diferente y de la idea perfecta, todo era analizado minuciosamente por los novios. Diana quiso dar un papel relevante a sus mejores amigas y a su hermana, esas personas que nos hacen la vida más fácil y que siempre están ahí cuando las necesitamos, en los buenos y en los malos momentos, ella quería que todos supieran quiénes eran ‘sus chicas’, así que las convirtió en sus damas de honor luciendo un vestuario vintage especialmente pensado para ellas. Ernesto tampoco se olvidó de sus compañeros de fatigas y el día anterior a la boda organizó un partido de fútbol y una cena donde les regaló a todos los mismos calcetines para que se los pusieran el día de la boda, ¿no os parece divertido? Al final, lo que iba a ser una mañana en un juzgado se convirtió en una boda preciosa cargada de detalles donde no faltó la Candy Bar, el Photocall, un caricaturista, un montón de bonitos regalos para los invitados e incluso un vídeo de agradecimiento a todos los que habían participado de una forma u otra en la boda. Mención especial merece el anillo isabelino de la abuela de Ernesto, una joya de más de 100 años de antigüedad, el Mehari ibicenco que llevó a la novia a la ceremonia y los vestidos de ambos, el de Diana diseñado entre ella y Aida, del Tocador Vintage y el de Ernesto de la firma Dolce&Gabbana. Y, cómo no, el fotógrafo Ernesto Oehler de Boda Creativa y que los novios encontraron precisamente gracias a nuestro blog. Todo un honor!!!
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Fotografía: Boda Creativa