La boda de Maite y Allan es una de esas bodas románticas e inspiradoras de las que tanto nos gustan. Una boda celebrada en las montañas de un precioso pueblo catalán, Perafita, situado en la comarca de Osona. Los verdes prados y la frondosa vegetación protagonizan un ambiente de inspiración botánica con aire internacional ya que la novia es de origen catalán-puertoriqueño y el novio galés. Cuando decidieron casarse vivían en Chicago pero en la actualidad residen en Londres, así que los invitados vinieron de distintas partes del mundo para compartir con la pareja su momento más feliz. Los dos provienen del mundo del diseño por lo que ellos mismos diseñaron la invitación, con las flores nacionales de Puerto Rico y de Gales. Hay detalles que me han encantado, como las batas con estampado de flores hechas en la india y que compartían tanto la novia como sus damas de honor en el momento de vestirse o el precioso bouquet floral de la novia realizado por Flowers by Bornay y del que colgaba una pequeña foto de la boda de sus padres. El vestido de Ecliptica, los zapatos I do Pumps de Seychelles y un velo antiguo de herencia familiar, formaban el estilismo de Maite y un tradicional traje galés confeccionado a medida el de Allan. La ceremonia se celebró en la Iglesia de Perafita y la cena, al aire libre, en una típica masía catalana con paredes de piedra y amplios jardines. De toda la decoración se encargó Laura, de Fueron Felices, una de las personas con más gusto que conozco. Se colocaron varias mesas imperiales sin vestir de madera maciza con sillas de distintos colores y como centros de mesa vasos de cristal de colores, algunos con aceite y velas de las que antiguamente usaban nuestros abuelos combinadas con flores silvestres y ramas aromáticas sobre el menú. Unas guirnaldas confeccionadas con libros antiguos de botánica y menaje de hierro esmaltado acompañaron un menú muy mediterráneo con una paella vegetal cocinada en directo y buffets de quesos y embutidos con mermeladas artesanas y la presencia de Don Ostra, hicieron las delicias de los invitados. Tras la cena, vinieron los discursos, las risas y las lágrimas, el photobooth confeccionado con una tela de toldo antiguo con estampado de hojas y flores, los regalos para los invitados unas velitas en cajas de latón y también las sorpresas, ya que los amigos de Chicago de los novios les sorprendieron con un concierto en directo. Un emocionante y divertido fin de fiesta a un día repleto de emociones.