Entrañable, divertida, emotiva y sorprendente son los adjetivos que definen la no-boda de Elisabet y Albert y es que no podíamos empezar esta nueva temporada tras las vacaciones estivales con una boda mejor. Ver cada una de sus fotos es recordar el verano en el pueblo, ese de nuestra infancia que todos tenemos guardado en la retina y en el corazón, ese lugar especial en el que descubrimos y vivimos tantas cosas y que nos acompañó en nuestro paso de la infancia a la adolescencia y, que para los más afortunados, todavía sigue presente. Yo soy de estos últimos, cada verano, aunque sea por un corto espacio de tiempo, vuelvo al pequeño pueblecito que me vio crecer y que tanto me dio agosto tras agosto. Ahora lo disfruto de manera diferente pero con la misma intensidad e ilusión y se me sigue escapando una lagrimita cada vez que toca volver a la ciudad. Elisabet y Albert se conocieron así, en verano, organizando la fiesta mayor de su pueblo. Los dos siempre han estado muy vinculados a las actividades culturales que se organizaban, por eso cuando decidieron unir sus vidas, tuvieron claro que lo que realmente querían era montar su propia fiesta mayor, sin ceremonias de boda al uso ni nada por el estilo. Su boda tuvo hasta un pregón que recitaron desde el balcón de Can Riera de la Pineda, la preciosa casa que acogió su enlace y que fue el pistoletazo de salida a un día tremendamente especial y divertido. Ese fue uno de los momentos iniciales más emotivos, cuando los dos salieron juntos al balcón, emulando al alcalde y alcaldesa de su pueblo ficticio y pudieron decirles a todos sus familiares y amigos lo importantes que eran para ellos. Tras el pregón hubo paella, espectáculos culturales, una banda simulando un corre-bares, concierto en directo y DJ’s. El momento más divertido fue cuando pidieron a sus invitados que en vez de regalos les preparasen algún espectáculo breve y animado para amenizar la boda. Su sorpresa fue mayúscula cuando vieron lo preparados que venían todos, con instrumentos y disfraces incluidos. Pero el sorpresón final llegó cuando, acabados los espectáculos, empezó a sonar una ranchera y aparecieron dos amigos disfrazados de mejicanos, uno de ellos montado en un burro. No podían creérselo. Lo más fuerte es que no sólo trajeron el burro, sino también su documentación y se lo regalaron. Se quedaron atónitos, llorando de risa y aguantando el burro con su correa sin saber qué hacer. Fue el momento más loco del día, además no les dijeron que era mentira hasta al cabo de unas horas. ¡Cuando Albert ya había encontrado una hípica donde donar el burro! Justo después de los espectáculos, los novios quisieron devolver el regalo a sus invitados con una charanga que los acompañó por distintos rincones de la finca, donde hicieron paradas para beber cervezas y comer croquetas (la obsesión de Albert). La charanga Brass the gitano Band es precisamente la que cierra la fiesta mayor de su pueblo cada año, por lo que supuso otro guiño más para su propia fiesta. Tras comer, bailar, reír a carcajadas y disfrutar muchísimo, el punto final llegó con el momento del baile y es que tanto Albert como el padre de Elisabet son DJ’s en su tiempo libre y los dos han pinchado varios años en la fiesta mayor del pueblo, así que los novios pensaron que sería divertido hacer un duelo de DJ’s que bautizaron bajo el nombre de ‘Dos hombres con un mismo destino’. El ganador del duelo sería aquel a quien le lloviera más ropa interior por parte del público, una idea súper divertida que puso el broche final a un día lleno de amor y emociones. ¡Un día de auténtica fiesta mayor!
Fotografía: El Ramo Volador & Sara Cuadrado / Espacio: Can Riera de la Pineda / Vestido: Barea Barcelona / Peluquería: Tresse / Catering: Miomio / Charanga: Brass de Gitano Band