La hospitalidad sureña y el amor por los amigos, la familia y la naturaleza, protagonizan la boda de Emily y Josh, una pareja que derrocha amor y alegría por donde pasa. Se conocieron siendo unos adolescentes y su amor se mantuvo en el tiempo y la distancia hasta el día en el que lograron por fin estar juntos de nuevo, esta vez para siempre. Los dos son amantes de la vida al aire libre y del ambiente familiar por lo que quizás la anécdota más curiosa fue la elección del lugar de la ceremonia, un día antes de comprometerse la pareja estaba dando una vuelta por Franklin cuando divisaron una colina con una estructura que podía percibirse a través de unos árboles, sin saber de quién era la propiedad fueron hacia allí y mirándose a los ojos Emily le dijo a Josh; ‘Algún día nos casaremos aquí’. Tiempo después, buscando espacio para celebrar su boda, esa escena regresó a su memoria y decidieron averiguar de quién era aquella propiedad que tanto les había gustado. Resultó ser del médico de Josh, que les comentó que únicamente cedía ese espacio a la familia y a ellos los consideraba como tal, así que el sueño de Emily pudo hacerse realidad. La finca cuenta con unas impresionantes vistas a las colinas de Tennessee y está rodeada de granjas, vacas y campo, para la pareja casarse allí era volver a sentirse como en casa ya que las dos familias son de la localidad aunque actualmente ellos residen fuera. Eligieron una decoración muy natural con mesas alargadas de madera, caminos de mesa rústicos, ramas verdes, flores blancas y rosas, troncos de madera y algunas velas con la intención de reflejar la belleza atemporal de la naturaleza, a los dos les encanta tumbarse a ver las estrellas y descubrir nuevos paisajes. Prácticamente lo hicieron todo ellos con la ayuda de su familia y amigos, el arco y las puertas de la ceremonia los construyó el padre de Emily, de la música se encargaron los hermanos de Josh que cantaron en directo con ayuda de una guitarra. El toque bohemio lo pusieron las amigas de la novia con su estilismo, Emily quería que ellas eligieran libremente el tipo de vestido que iban a llevar, que fueran ellas mismas, tan sólo les marcó un par de directrices en cuanto al color y el estilo de la boda, el resto fue una sorpresa para ella. Durante el tiempo que estuvieron haciendo su reportaje de fotos, quisieron que los invitados se sintieran como en casa y se divirtieran juntos, por lo que montaron juegos al aire libre, una cabina de fotos, tatuajes de henna e incluso servicio de polos australianos, en deferencia a la familia australiana de Josh. Cuando regresaron todo en sí, la comida, el paisaje, la música tradicional, la familia y la hospitalidad reflejaba el alma del sur y bajo las estrellas, una vez más, la pareja empezó a bailar mientras sus invitados sonreían felices.
Fotografía: Amanda K Photography