Lo que sucedió entre Erin y Jack tras su primera cita en Figaro, un acogedor bistró francés de Los Ángeles, fue amor a primera vista. Un año después, la fiesta de cumpleaños de Erin se convirtió por sorpresa en una fiesta de compromiso sin ella saberlo. Como cuenta Jack, ‘los dos somos muy dramáticos y cualquier excusa es buena para convertir una fiesta en una sesión de fotos’, no en vano él es modelo y actor y ella maquilladora. Cuando veáis el reportaje, seguro que pensaréis que más que una boda es un editorial para una revista de novias pero no, se trata de una boda auténtica y real, una boda de tres, ya que el único invitado fue Isaac, el hijo de la pareja de sólo dos años. Erin y Jack siempre habían pensado en una íntima boda/pic-nic y una vez tuvieron claros el fotógrafo y el organizador del evento, se pusieron manos a la obra. Fueron dando forma a la idea de boda que querían y en una reunión a alguien se le ocurrió la posibilidad de construir una réplica de una antigua caravana gitana. La caravana, acabó convirtiéndose en el eje central de la boda. Escogieron como escenario de lujo el Sunstone Vineyards, Winery & Villa, en Santa Ynez (California), una villa construida en su totalidad con antiguos materiales recuperados de humildes edificios y pequeñas aldeas francesas de la zona de Sunstone. La eligieron porque su estética, con su fachada de piedra caliza y sus detalles provenzales, les recordaba el primer viaje que hicieron con Isaac al sur de Francia. Ante la imposibilidad de decidirse por uno, Erin eligió dos vestidos de novia de dos grandes diseñadores Vera Wang para la ceremonia y Claire Pettibone para la tarde-noche. La ceremonia se celebró al aire libre, en los jardines, con unas vistas impresionantes como telón de fondo y amenizada por la música de Vincent & Vedan, un dúo gitano de guitarra y violín. El ambiente tenía ese aire entre bohemio y chic que la pareja quería conseguir. Al final de la tarde, Erin, Jack y su hijo Isaac se sentaron a los pies de la caravana a disfrutar de un delicioso pic-nic de pato asado, tartas de puerros y grosellas frescas. Fue un día realmente especial para los tres. Y para finalizar una velada de ensueño, la pareja se retiró a descansar a una de las cuatro suites de lujo de Sunstone, donde les esperaba un romántico y relajante baño a la luz de las velas. Seguro que cuando acabéis de ver las imágenes no podréis dejar de pensar en esa caravana…
Fotografía: Elizabeth Messina