Anna y Albert eligieron las tranquilas aguas del Lago Michigan para celebrar su enlace. El espacio, un pequeño complejo turístico propiedad de los padres de la novia con su estética de cabañas de madera se convirtió en el escenario ideal para la pareja. Situaron una carpa transparente junto al embarcadero, que funcionó como perfecto telón de fondo de una ceremonia muy romántica precedida por un largo pasillo de pétalos de rosas de color blanco. La combinación de elementos clásicos con otros más rústicos estuvo presente en toda la estética de la boda, junto a la mezcla de colores coral, dorado y esmeralda. También en los centros de mesa decorada con cuencos dorados con fruta fresca, velas y flores de temporada, a juego con la cubertería. Me gusta el contraste que da el brillo opaco del oro envejecido con la contundencia de la madera y también el ramo de la novia que combina la sofisticación de las rosas con el aire silvestre de las margaritas, fiel reflejo de lo que la pareja quiso transmitir. El vestido de Anna, con cuerpo de corpiño y falda vaporosa de tul, sin embargo creo que no destacó como habría sido de esperar probablemente debido a que sus damas de honor vistieron del mismo color. Una vez acabada la ceremonia y antes de la cena, la pareja aprovechó para dar un romántico paseo en barca por el lago, el punto especial de una boda que finalizó bailando hasta la madrugada mientras se escuchaba el romper del agua sobre la orilla.
